Hace un año, publiqué mi primer artículo de prensa en el que expresaba mi preocupación por la celebración de conciertos multitudinarios en un entorno tan sensible como la playa del Reducto en Arrecife. Hoy, un año después, el Ayuntamiento de Arrecife sigue desoyendo sus propias normativas.
El Reducto vuelve a ser el centro de las fiestas patronales del municipio, a pesar de ser uno de los lugares más especiales y frágiles de la costa canaria. La capital de Arrecife aún no cuenta con un espacio adecuado para grandes eventos, lo cual resulta paradójico dado que en el último año se han gastado 6.5 millones de euros en fiestas, sin invertir ni un solo euro en mejorar las infraestructuras públicas para eventos y actividades culturales.
Cabe destacar que, mientras se han destinado más de 40.000 euros para acondicionar el solar de Agramar, un espacio privado utilizado para concursos de murgas y conciertos durante los últimos carnavales, no se ha hecho lo mismo con las instalaciones públicas.
En el último año, el Ayuntamiento de Arrecife se ha transformado en una especie de empresa de eventos, con el alcalde presumiendo de que la ciudad es ahora una “capital de eventos”. Sin embargo, Arrecife sigue enfrentando problemas persistentes: redes semafóricas que no funcionan, obras deficientes e inacabadas, peatonalizaciones insuficientes, un transporte público ineficiente, y un patrimonio histórico que se deteriora, entre otros.
No se trata de cuestionar la valía de los eventos culturales y de ocio, sino de cuestionar por qué la ciudad se convierte en una discoteca al aire libre financiada con dinero público cuya gestión es cuestionable. Aunque algunos justifican el aumento del gasto en festejos, nadie explica cómo se ha triplicado este gasto según los últimos presupuestos municipales. El Ayuntamiento promueve la idea de una gran transformación en la capital, pero sin respaldar estos claims con informes técnicos de impacto económico.
El conflicto interno entre las diferentes concejalías, gobernadas por diversos partidos políticos, ha llevado a una competencia por organizar el evento más multitudinario, exacerbando la situación. Mientras tanto, los residentes son los principales perjudicados, ya que el Ayuntamiento sigue ignorando sus quejas y no respeta las ordenanzas vigentes. El alcalde, en lugar de abordar las críticas constructivamente, opta por descalificaciones y falta de respeto.
Arrecife puede presumir de tener unas fiestas destacadas, pero esto no refleja el verdadero nivel de la ciudad como capital de Lanzarote. Que cada uno saque sus propias conclusiones.