Por Daisy Villalba, exconsejera del Cabildo de Lanzarote y vicepresidenta de NC-Bloque Canarista en Lanzarote
En mayo de 2023 tuve el honor de obtener el respaldo de la ciudadanía de Lanzarote y La Graciosa para representarles como consejera del Cabildo por Nueva Canarias–Bloque Canarista. Accedí a una institución que siempre he valorado profundamente, por ser la máxima autoridad de la isla que me vio nacer, crecer y desarrollarme profesionalmente.
Tras las elecciones, se me propuso formar parte del grupo de gobierno junto a Coalición Canaria y el Partido Popular, una posibilidad que rechacé —junto a mi partido— por razones éticas. No era coherente, ni justo, que sólo una persona del grupo de NC-BC entrase en el gobierno mientras otro compañero permanecía en la oposición. La política debe basarse en la coherencia, la moral y el respeto.
En el tiempo que ejercí como consejera —de forma no liberada, por decisión propia— compatibilicé mi labor institucional con mi trabajo como funcionaria. Al no poder seguir compaginando ambos cargos por causas ajenas a mi voluntad, opté por renunciar a mi acta y continuar ejerciendo mi profesión en la misma institución para la que fui elegida, en la plaza que conseguí tras años de estudio, esfuerzo y sacrificio.
Hoy, casi un año después de guardar silencio por respeto a mi doble papel como servidora pública y exrepresentante política, escribo movida por la rabia, la tristeza y la frustración. Lo que más echo en falta en nuestra isla es precisamente lo que más necesita: ética y moral en la vida política.
No hablo de partidos ni instituciones concretas, sino de una deriva generalizada en la que muchas personas anteponen intereses personales y sillones de poder, mientras la sociedad afronta problemas sociales cada vez más graves. ¿Quién cuida de la gente más vulnerable? ¿Dónde están los principios que deberían guiar el servicio público?
Pese a todo, sigo creyendo en una política honesta y transformadora, construida desde el respeto, la transparencia y la vocación de servicio. No escribo estas palabras para pedir un cargo ni para anunciar mi regreso. Lo hago para animar a las personas con principios, con amor por lo público y sensibilidad social, a dar el paso. A demostrar que se puede hacer política sin mentiras, sin transfuguismos, sin destrucción, sin egos.
La política debe ser un acto profundamente humano. Cuidar, proteger y dar voz a quienes no pueden alzarla. Ese es el fin. Lo demás, es bajeza moral.
