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‘Caricatura Pepé’ Por Alex Salebe Rodríguez.

Somos testigos de la construcción de un ‘book’ perverso que retrata la estupidez política e insensatez humana, páginas satíricas escritas a diario que deforman el sentido de la dedicación al servicio público y dejan por el suelo la inteligencia y valía de la clase política.  

La presidenta de la Comunidad de Madrid y el que se presupone su jefe político, el presidente del Partido Popular (PP) nacional, compiten por diseñar la página más ubérrima del ‘book’, no les importa hacerlo sobre un hecho tan grave y monstruoso como el genocidio en Gaza. Siempre hay que recordar que van más de 66.000 personas fulminadas por el Estado asesino y sionista de Israel, al que la señora Díaz Ayuso, el señor Núñez Feijóo y sus marionetas dentro del partido y en los medios de comunicación ríen las “gracias”. 

La acción valiente y humanitaria de la Flotilla Global Sumud (sumud traduce la firmeza y perseverancia del pueblo palestino ante la colonización israelí) es objeto de meme por parte del Pepé, y hay que generalizar porque nadie del partido se ha atrevido a pedir perdón por las burlas de sus altos cargos dirigidas a la misión voluntaria formada por casi quinientas personas desarmadas, entre ellas varias decenas de españoles, que pretendían llegar a la costa de Gaza en medio centenar de embarcaciones para entregar ayuda humanitaria. Al contrario, las Nuevas Generaciones del PP publicaron en X el lacónico mensaje: “se terminó el crucero”. Apuntamos y recordaremos en tiempo de elecciones. 

El asalto ilegal de comandos militares israelíes del pasado miércoles en aguas internacionales a la Flotilla y la detención de sus navegantes es un aviso intimidatorio al mundo que confirma la decisión del gobierno de Netanyahu de exterminar al pueblo palestino y seguir usando la estrategia del hambre para consumar su objetivo, por tanto, aplaudir una acción de fuerza de estas características, es festejar la ilegalidad y vulneración de las leyes del mar, es celebrar la muerte del pueblo palestino y aplaudir que a ciudadanas y ciudadanos españoles y del mundo en misión humanitaria, arriesgando sus vidas y patrimonio, se les dé trato de terroristas. 

Que no olvide el PP, que cree en la Justicia según quien sea el investigado o condenado, que en noviembre del año pasado la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto contra Benjamín Netanyahu y su exministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra y contra la humanidad. La Corte desde entonces ya los hacía responsables, entre otras atrocidades, de hacer morir de hambre al pueblo palestino como método de guerra y de los crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos. 

De hecho, el avión que llevó a Netanyahu a Nueva York a la reciente Asamblea de la ONU modificó su ruta de vuelo hacia Estados Unidos para evitar el espacio aéreo español y francés temiendo que estos países pudieran cumplir su orden de arresto por crímenes de guerra. 

Ante sucesos que estamos viendo en directo, la señora Ayuso evita condenar el genocidio y se refiere a los miembros de la Flotilla en términos repugnantes: “ya se han dado el baño y, a partir de ahora, subvenciones para sus chiringuitos”. Lo curioso es que Ayuso habla de chiringuitos cuando la Justicia acaba de mandar  al banquillo a su pareja, un “ciudadano particular”, por defraudar a Hacienda 350.000 euros utilizando facturas falsas. 

Los bandazos peperianos poniéndose del lado de la muerte y en contra de la masa social que en su inmensa mayoría condena el genocidio, este fin de semana hubo nuevas y multitudinarias manifestaciones en España y el mundo, con alto seguimiento en Madrid y Barcelona, podemos achacarlos, nunca justificarlos, al desespero por el espacio político que le arrebata Vox, su discurso está siendo una copia calcada de la derecha ultra, pero también podemos pensar que detrás hay intereses muy particulares, porque es difícil entender tanto despropósito y mezquindad. 

Tuvo el PP esta semana una oportunidad para arremeter políticamente contra su principal objetivo, el presidente de Gobierno Pedro Sánchez, pero prefirió el silencio. Los conservadores no fueron capaces de condenar la tibieza del Ejecutivo español ante el asalto ilegal a la Flotilla, tampoco exigieron de forma contundente el respeto a la vida y a los derechos de los españoles de la Flotilla, tampoco cuestionaron la inacción del buque militar español ‘Furor’, que no entró en la zona de exclusión de Israel tras el asalto a la Flotilla, y cierto es que entrar hubiera sido poner en riesgo la vida de su tripulación y la de la Flotilla, pero entonces nos preguntamos, a qué fue el ‘Furor’ si no podía hacer nada: ¿avisar a los barcos de la Flotilla que cambiaran su rumbo y volvieran a casa?, pues eso lo hubieran hecho por comunicaciones desde España. 

Y si los conservadores optaron por tragar para no incomodar al todopoderoso Netanyahu, mucho menos van a exigir a Sánchez la ruptura de relaciones comerciales y diplomáticas con Israel o cuestionar la clara falta de influencia de Naciones Unidas o de la propia Unión Europea. Que no olvide la clase política, del color que sea, que según se desprende de un sondeo del Real Instituto Elcano, el 82 por ciento de los españoles considera genocidio la actuación de Israel y la población apoya en un 78 por ciento que los países europeos reconozcan el Estado de Palestina. Al que no le interese la vida, ahí están los datos para su análisis. 

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